Si bien publico este texto ahora, la semilla que lo originó
data de mediados de junio del año pasado, nada más terminar los exámenes. Mañana
empieza un nuevo periodo de exámenes, y aunque ahora mismo las circunstancias son bastante diferentes (ni se acerca el verano ni yo cumpliré mi objetivo esta vez) quizás sea un buen momento para
compartirlo.
Hace ya 2 años que me fui de Erasmus a Lisboa. Ese curso se
ideó en un principio como un punto de inflexión a partir del cual debía
organizar de una manera diferente -quizás más seria- mis prioridades y
ambiciones. También iba a ser la guinda al pastel de los éxitos de años
anteriores antes de empezar una nueva etapa. Que ese mismo pastel acabara por causarme
una indigestión de tres pares de cojones, a pesar de la valiosa lección que
supuso, no debía alterar el curso que deben tomar ciertas cosas llegado el
momento: me hice una pequeña planificación a medio plazo y decidí prescindir de
las distracciones propias de los veinteañeros recién iniciados y centrarme en
mis estudios, en mi trabajo, en los seres de mi alrededor y en algún hobby.
Toda distracción accesoria debía ser eliminada.
Siempre había dicho que prefiero mil veces el agobio al
aburrimiento, poco a poco me di cuenta de que eso es así por muchos objetivos
que me proponga. Realmente, la única prioridad debe ser uno mismo y lo que le
llena. Durante el curso pasado, en el periodo que va desde septiembre del 2011
a junio del 2012, visité Alemania, Francia, Bélgica/Luxemburgo, Lisboa (2
veces), Tenerife, Barcelona y Madrid, y a falta de 3 semanas de los exámenes
finales me fui de festival con mis amigos. Ya cómodamente asentado y satisfecho
con mi trabajo de media jornada, tuve la
oportunidad de dar un paso más y sumarme a la representación sindical, y así de
paso aprender un poco más sobre lo que estudio, dentro de mi propio trabajo de mero
vendedor. Sin tiempo para nada, me sumé a la junta directiva del Alicante Surf
Club, donde pude aportar mi (pequeñito) grano de arena alguna tarde de domingo.
Cosas nuevas. Gente nueva. En ningún momento renuncié a la práctica de mis
deportes favoritos, a ir a trabajar directo de la playa y oliendo a mar, a volver
de entrenar destrozado a las 11:30 de la noche y ponerme a preparar la clase
del día siguiente. Tampoco a la lectura, ni a las sagradas noches de sábado con
mis amigos, ni a pasar tiempo y viajar con mi (ahora ex) novia. A lo único que
puedo decir que renuncié es a la traicionera tranquilidad que a veces se echa
de menos, y a unas cuantas horas de sueño. Nada más. Y todo han sido
beneficios.
Con el curso ya terminado y con un pedazo de verano por
delante, puedo disfrutar de la enorme satisfacción de haber cumplido con mi
objetivo. Años atrás me matriculaba de 54 créditos por curso y me proponía
aprobar el 80% de ellos: 45. Con esos cinco 20% restantes haría un curso de más
y me sacaría la carrera sin renunciar a nada. El recién terminado curso me matriculé
de 68 y aprobé 59, y lo hice
con la mejor media de mis 5 años de Derecho. Esto me recuerda a un refrán muy
certero: apunta a la luna si quieres llegar a la cima de la montaña.
Tardaré un año más de lo normal en terminar la carrera, pero
también puedo decir que en 5 años de Derecho jamás he suspendido un exámen. Me
he dejado asignaturas para otros años, pero cada exámen que he preparado lo he
hecho hasta el final, y los he sacado todos. Todo en esta vida depende de tu
ambición y de la capacidad de implicarte con tus propias metas. Si sabes lo que
quieres y te lo propones de verdad, ya lo has conseguido.
Un profesor mío dio un pequeño discurso filosófico en la
última clase del año, y dijo algo muy importante: “no os creáis ese cuento de
las segundas oportunidades”. Las segundas oportunidades no existen. Tu momento
es ahora, guardártelo para luego es un
error.
En el plano del aprendizaje personal el curso pasado
significó mucho para mí y quisiera poder compartir algo de ese aprendizaje. SE
PUEDE cumplir con tus propósitos sin olvidarte de ti mismo, y la maquinaria
siempre se va a poder forzar un poquito más si hay una buena razón que lo
respalde. Sé fiel a ti mismo y a tus propósitos y los sacarás siempre adelante,
y si no, seguro que habrás aprendido algo muy valioso para el próximo intento.