Me aborrecía cualquier resquicio de pensamiento autoimpuesto de que la entrada de un nuevo año es motivo para la autocrítica y la reflexión sobre cómo fue el año anterior y cómo será el año nuevo. Sinceramente no tengo buenos pensamientos que dedicar ni a uno ni a otro.
¿Qué hace diferente un año del otro? Posiblemente nada, o almenos nada más allá de nuestras motivaciones personales. Este año me doy cuenta de que sí habrá una diferencia.
Para la entrada de este año lo único que me apetece hacer es recordar a mi amigo que se ha ido. Eres pieza fundamental sobre lo que fuimos, y tu ausencia también se hará notar en el futuro.
¿Mis propósitos para el año nuevo? Ni puta idea. Pero esta noche he descubierto 2 ideas que me gustaría que se materializasen: en primer lugar espero que tus familiares y amigos encuentren la calma y la felicidad; en segundo, desearía volver a sentir aquella felicidad tan jodidamente honesta de los días que pasamos en Holanda, así como de cada momento que pasamos juntos. Te juro que daría todo mi corazón por ello.
Y aquí dejo una foto tuya escenificando esa felicidad de la que hablo. En ella demuestras que es posible llorar de alegría. De hecho, gracias por ayudarme a encontrar el propósito para el resto de mi vida. Un abrazo Verso.
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