(Continuación al decálogo elaborado por el catedrático Manuel Atienza publicado en la entrada anterior).
Por si el panorama que he dibujado es un tanto sombrío, como no quiero trasladar un mensaje
negativo he pensado en un par de antídotos para evitarlo. Uno filosófico, el
otro humorístico.
El filosófico se basa en uno de los más profundos pensadores
de la historia, Benito de Espinoza. El humorístico, en el que yo creo que es
seguramente el mayor humorista que tenemos y gran intelectual, 'El Roto' Andrés Rábago.
De Espinoza: en su Ética, en la parte cuarta, la proposición
41, se puede leer: 'la alegría nunca es
directamente mala, sino buena. En cambio, la tristeza es directamente mala'.
Y la siguiente proposición: 'el regocijo
no puede tener exceso, sino que es siempre bueno'. Y por contra, 'la melancolía es siempre mala', a lo que siguen las
correspondientes demostraciones more-geométrico.
Y por si hubiese alguna duda, anteriormente Espinoza nos
había aclarado qué es lo que él entiende por bueno: 'aquello que sabemos con
certeza ser un medio para acercarnos cada vez más al modelo ideal de naturaleza
humana que nos proponemos'; y lo contrario sería lo malo.
En cuanto al humor del Roto, hay una viñeta de hace una
semana o algo así (…) en la que aparecen 2 personas de cierta edad, digamos dos
emprendedores, y uno le dice al otro: 'mis
intereses son mis principios'. Y el otro le replica: 'eso es coherencia'.
Si la Universidad a sus egresados les ha transmitido el
mensaje de que sus intereses no pueden ser sus principios, me parece que el
papel de la Universidad no habría sido en balde.
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