Jorge Oteiza
lunes, 22 de abril de 2013
miércoles, 17 de abril de 2013
Principio de libertad
"El principio de libertad necesita curiosamente de normas.
La
libertad no es hacer cada uno lo que le parece, sino establecer un marco donde
la libertad de cada uno pueda desarrollarse, no libremente, sino que de acuerdo
con determinados estándares.
Ello supone dos dimensiones: la positiva y la negativa. La
primera obliga a ejercer la libertad de una manera responsable y de acuerdo a
unos determinados usos honestos. La segunda dimensión, la negativa, es una
dimensión represora: combate o prohíbe determinadas conductas que falsean,
restringen o impiden la concurrencia de libertades".
viernes, 5 de abril de 2013
Heavier than Heaven
(…) Horas previas al amanecer del martes 5 de abril. Despertó
en su propia cama, con los almohadones impregnados aún del perfume de Courtney,
una fragancia que había percibido por primera vez cuando ella le envió la caja
de seda y encaje en forma de corazón hacía tan solo tres años. Se había pasado
horas oliendo aquella caja, imaginando que ella la habría tocado con las partes
íntimas de su cuerpo. Aquel martes su aroma se mezclaba en el dormitorio
conyugal con el olor ligeramente acre de la heroína calentada, un olor que
también le excitaba.
Sacó la escopeta de su tierna funda de nailon. Dobló cuidadosamente la funda, como un chico joven separa sus mejores trajes de domingo después de misa. Se quitó la chaqueta, la tendió sobre la funda y puso dos toallas encima. “Empatía. Qué agradable don”. Abrió una caja con 25 cartuchos de escopeta y sacó tres, introduciéndolos en el arma. Movió el mecanismo de la Remington para que un único cartucho quedase dentro de la recámara. Quitó el tope de seguridad. Se fumó el último Camel Light y bebió otro sorbo de cerveza Barq.
Cogió la caja de puros y sacó una pequeña bolsa de plástico que contenía cien dólares de heroína mejicana –una cantidad considerable. Cogió la mitad, un trozo del tamaño de una goma de borrar de lápiz, y lo puso sobre la cuchara. Sistemática y hábilmente, preparó la heroína y la jeringuilla, inyectándola justo a la altura del codo, no muy lejos de su “K” tatuada. Devolvió los instrumentos a la caja y se sintió en una nube, rápidamente flotando lejos de aquél lugar. El jainismo predicaba que había treinta cielos y siete infiernos, todos dispuestos en capas a lo largo de nuestras vidas; si tenía suerte, aquél sería su séptimo y último infierno. Apartó hacia un lado sus instrumentos, flotando cada vez más rápido, sintiendo cómo se le ralentizaba la respiración. Debía darse prisa: todo se hacía borroso y un matiz verde agua envolvía cada objeto. Cogió la pesada escopeta y se la apoyó en el paladar. Haría ruido; de eso estaba seguro. Y, acto seguido, desapareció.
Fragmento de Heavier than Heaven, la biografía de Kurt Cobain escrita por Charles R. Cross.
Sacó la escopeta de su tierna funda de nailon. Dobló cuidadosamente la funda, como un chico joven separa sus mejores trajes de domingo después de misa. Se quitó la chaqueta, la tendió sobre la funda y puso dos toallas encima. “Empatía. Qué agradable don”. Abrió una caja con 25 cartuchos de escopeta y sacó tres, introduciéndolos en el arma. Movió el mecanismo de la Remington para que un único cartucho quedase dentro de la recámara. Quitó el tope de seguridad. Se fumó el último Camel Light y bebió otro sorbo de cerveza Barq.
Cogió la caja de puros y sacó una pequeña bolsa de plástico que contenía cien dólares de heroína mejicana –una cantidad considerable. Cogió la mitad, un trozo del tamaño de una goma de borrar de lápiz, y lo puso sobre la cuchara. Sistemática y hábilmente, preparó la heroína y la jeringuilla, inyectándola justo a la altura del codo, no muy lejos de su “K” tatuada. Devolvió los instrumentos a la caja y se sintió en una nube, rápidamente flotando lejos de aquél lugar. El jainismo predicaba que había treinta cielos y siete infiernos, todos dispuestos en capas a lo largo de nuestras vidas; si tenía suerte, aquél sería su séptimo y último infierno. Apartó hacia un lado sus instrumentos, flotando cada vez más rápido, sintiendo cómo se le ralentizaba la respiración. Debía darse prisa: todo se hacía borroso y un matiz verde agua envolvía cada objeto. Cogió la pesada escopeta y se la apoyó en el paladar. Haría ruido; de eso estaba seguro. Y, acto seguido, desapareció.
Fragmento de Heavier than Heaven, la biografía de Kurt Cobain escrita por Charles R. Cross.
Hoy se cumplen 19 años de ese día.
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