lunes, 2 de diciembre de 2013

Annie Hall

No obstante, volví a verla. Volví a ver a Annie. Fue en la parte alta del oeste de Manhattan. Había vuelto a Nueva York. Vivía en el Soho con un tipo, y cuando la vi, para postre, lo estaba arrastrando a ver el documental 'La pena y la piedad', así que lo tomé como un triunfo personal.

Annie y yo almorzamos juntos poco después y hablamos de los viejos tiempos.
Después se nos hizo tarde, los dos nos teníamos que marchar. Pero fue magnífico volver a ver a Annie. Me di cuenta de lo maravillosa que era, y de lo divertido que era tratarla, y recordé aquél viejo chiste, aquél del tipo que va al psiquiatra y le dice 'doctor, mi hermano está loco, cree que es una gallina', y el doctor responde 'pues, ¿porque no lo mete en un manicomio?' y el tipo le dice, 'lo haría, pero necesito los huevos'.
Pues, eso más o menos es lo que pienso sobre las relaciones humanas, ¿sabe? Son totalmente irracionales, y locas, y absurdas, pero supongo que continuamos manteniéndolas porque la mayoría necesitamos los huevos.

De 'Annie Hall', de Woody Allen.


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