viernes, 16 de mayo de 2014

La salutación de Manuel Atienza (I): el decálogo.

El pasado 21 de febrero, en los actos de graduación y de celebración del día del Patrón de la Facultad de Derecho, el catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad de Alicante, Manuel Atienza, fue el encargado de realizar la presentación de la ceremonia. En esta publicación dejo la transcripción de la primera parte de su disertación ('el decálogo'), dejando para la siguiente la segunda parte ('el antídoto').
El vídeo del acto está disponible en el siguiente enlace. Además de la presentación de Atienza, de los discursos y de la entrega de diplomas, contiene también la interesante ponencia 'Apología del Imperio de la Ley', del profesor Francisco Laporta San Miguel, Catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid.




En esta ceremonia a mí me ha correspondido ejecutar dos actos de lenguaje: una salutación y una presentación; el primero más difícil que el segundo. A mí me ocurrirá, como supongo que a todos ustedes, que saludo todos los días a mucha gente, pero muy pocas veces hago una salutación.

Sin necesidad de ir al diccionario de la Academia, uno imagina que una salutación ha de ser un saludo algo largo, y también un tanto solemne (normalmente uno no va vestido de esta guisa).
Como jurista, cuando se me planteó entonces el tener que hacer este acto, y al ser la primera vez, naturalmente lo que se me ocurrió es acudir a la analogía. Y entonces me encontré con que no hace muchos años había tenido que hacer algo parecido –no exactamente lo mismo-  en relación con los que habían sido mis estudiantes de Teoría del Derecho.  Las circunstancias no son exactamente las mismas (como sabemos, nunca hay dos situaciones exactamente iguales), pero sí razonablemente análogas, aunque esos estudiantes eran precisamente los primeros que tenían que cursar su carrera en el Plan Bolonia. El saludo no me quedó muy condescendiente. Tiene forma de decálogo, y decía –o dice- así:

Uno. La Universidad de Alicante (como la universidad española en general) no atraviesa por un buen momento, pero sigue ofreciendo alguna oportunidad para aprender algo de interés. Aprovéchala.

Dos. El llamado Plan Bolonia fomenta en el estudiante la superficialidad, el infantilismo, la anemia intelectual. Pero ese plan no puede ser tan perfecto como para impedir de raíz el estudio serio y responsable. En todo caso, actúa antes de que sea demasiado tarde. No te dejes embaucar por un simple programa publicitario.

Tres. Desconfía de los discursos cuyo propósito principal consista en halagar. Por ejemplo, a los jóvenes.  Si la base del halago es cierta, seguramente se trata de un discurso superfluo. Y si es falsa, de un engaño.




Cuatro. No podrás formarte ninguna opinión crítica sobre nada si estás desinformado. El hábito de leer diariamente la prensa no asegura un buen nivel de información: algunos periódicos son intelectualmente indigestos, y lo mismo podría decirse seguramente de no pocos libros jurídicos. Pero la carencia de ese hábito es señal inequívoca de desinformación.

Cinco. Una buena formación no es siempre condición necesaria para el éxito profesional, pero suele serlo. Y en todo caso, hay cosas que deben hacerse sin esperar nada a cambio.

Seis. Una frase de Nietzsche: 'lo que no me mata me hace más fuerte'. Suponiendo que exprese una idea acertada, de ahí no se sigue necesariamente que cuando se trata de crecer intelectualmente, lo que no nos hace más fuertes nos debilita, pero por si acaso. Guárdate de las banalidades revestidas de nuevas tecnologías, y no olvides que lo que nutre de los alimentos no es el envase.

Siete. Y otra de Ortega y Gasset: 'Los esfuerzos inútiles conducen a la melancolía, pero el esfuerzo por aprender nunca es inútil'.

Ocho. Píndaro decía: 'llega a ser el que eres'. Aunque el sistema universitario no te lo facilite, y el sistema social se muestre más bien empeñado en impedírtelo, inténtalo.

Nueve. Ser pesimista no es un defecto cuando hay razones para serlo, y cuando se trata de un pesimismo activo. No confundas el pesimismo con el cinismo o con el derrotismo.

Diez. Lo más importante: el mundo no es como debería ser, y el futuro está abierto.

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